El Sabio




Con este titulo , voy a estrenar un pequeño subgénero en que os voy a traer artículos sobre arqueología general. Siempre que sean españoles intentare no alterarlos y dejarlos tal y como están, tanto en revistas como en artículos de Internet , en caso de que sean en ingles o francés tendré que traducirlos lo mejor que pueda.
Empezare maravilloso artículo sobre Vettones y Castros , artículo que podréis encontrar ampliado en esta pagina http://www.castrosyverracosdeavila.com

Las ciudades vettonas y Roma

El primer dato histórico conocido de contacto de los vettones con las legiones romanas se produjo el año 193 a.C., cuando el pretor Marco Fulvio vence, en Toledo, a una coalición de ejércitos indígenas formada por carpetanos, vettones, vacceos y celtíbero

En vísperas de la conquista romana de la Meseta o durante su desarrollo, se produjeron importantes modificaciones en la arquitectura y en la organización interna de los poblados. Se construyen murallas de piedra muy distintas a las existentes, caracterizándose ahora por paramentos angulosos y de gran aparejo, torres de planta cuadrada (último recinto de La Mesa de Miranda), un incremento muy significativo del espacio ocupado y la fundación de nuevos sitios (El Raso de Candeleda). Los asentamientos más importantes ofrecen una división interior bastante más compleja que se organiza en barrios, talleres, santuarios, mercados..., dando así germen a las primeras ciudades vettonas conocidas, las cuales pudieron albergar una importante concentración de población.

Las excavaciones realizadas en Las Cogotas permitieron localizar un taller alfarero para la fabricación de cerámica a torno, un pavimento de piedra y un basurero, es decir, un sector de interés colectivo con áreas especializadas, que permite plantear una organización del poblado bastante más compleja de lo supuesto inicialmente. La distribución del poblado ofrece una zonación significativa -residencial, industrial, encerradero de ganados, barrios extramuros- y muy probablemente también por clase social -residencia de la élite y del resto de la población- situación que, de alguna forma, refleja el análisis sociológico del cementerio. Dentro de este dispositivo se podría considerar Ulaca como un yacimiento jerarca, teniendo en cuenta el santuario rupestre, cuya función religiosa debió ser exclusiva en la comarca, y el tamaño del recinto fortificado -superior a las 70 ha.- lo que convierte al poblado abulense en la ciudad vettona más importante de la región y en uno de los yacimientos más grandes conocidos de la Hispania céltica.

Este modelo marca un significativo contraste con los siglos precedentes y sugiere que algunos centros cumplían importantes funciones de servicio para las comunidades de los alrededores, además de facilitar refugio y almacenamiento. Estos grandes poblados fortificados de finales de la Edad del Hierro se conocen también con el nombre latino de oppida (oppidum, en singular), término que utilizó Julio César para referirse a los asentamientos de la Galia. El desarrollo urbano alcanzado por estos oppida podría considerarse resultado de la intensificación del comercio a raíz de la creciente necesidad de Roma de materias primas y mano de obra, cuyo impacto debió ser extraordinariamente importante desde el punto de vista económico. No en vano, sabemos que ciertos bienes de lujo romanos llegaron a la Meseta en el siglo II a.C.: servicios de vajilla asociados al ritual del consumo de vino, aceite de oliva, telas, perfumes...

Pero tampoco hay que sobredimensionar esta cuestión: los castros vettones proporcionan desde el siglo IV a.C. numerosas pruebas de la producción de hierro, de la fundición de bronce, de la fabricación de cerámica, de la confección de tejidos, de la talla en piedra, así como evidencias de producción agrícola y de almacenamiento de alimentos a gran escala. También los ajuares de las tumbas de La Osera, Las Cogotas y El Raso demuestran la existencia de intercambios con otras poblaciones de la Meseta e incluso el desplazamiento de productos a grandes distancias, varias generaciones antes de la llegada de los romanos a estas tierras. Hay, por tanto, indicios arqueológicos seguros de una creciente industrialización entre las comunidades vettonas de la provincia de Ávila con anterioridad a la conquista. Lo que está claro es que el aumento de la demanda de materias primas por parte del mundo romano aceleró todavía más el proceso.
El sistema sólo contó con unas pocas décadas de desarrollo independiente.
La dominación romana condicionó las características del hábitat indígena, organizando el territorio en función de los usos agrícolas del suelo e instaurando un centralismo político y administrativo sin precedentes en la región. Los campamentos militares resultaron de enorme importancia como foco y estímulo para el desarrollo urbano y una nueva red de comunicaciones forzó a la sociedad indígena a moverse en el paisaje de una manera muy diferente a como lo había hecho hasta entonces.

Esta estrategia debió tener éxito sobre todo a partir de las guerras sertorianas (82-72 a.C.). Por entonces, los viejos núcleos ganaderos de Las Cogotas, La Mesa de Miranda o Ulaca comenzaron a despoblarse, a juzgar por la escasa presencia de materiales romanos hallados en su interior. La población debió trasladarse a la vega, seguramente al lugar que hoy ocupa Ávila, cuya aparente semejanza con la ciudad vettona de Obila mencionada por Ptolomeo ha originado una identificación hipotética con la ciudad actual. Aparecen entonces pequeños establecimientos en el llano, que irán ocupando los suelos más productivos Diversos hallazgos cerámicos procedentes del solar Ávila atestiguan una ocupación que podría llevarse a finales del siglo I a.C. Este hecho coincide con la escasez de restos en los poblados vecinos, habiéndose planteado la vitalización del primero a partir de estos últimos. El recinto amurallado medieval de la ciudad reproduce fielmente la estructura campamental romana y las intervenciones arqueológicas más recientes testimonian la ocupación del núcleo en época altoimperial. En cualquier caso, dentro de lo provisional que resultan las observaciones de un área de estas características, estaríamos ante un ejemplo de progresiva concentración de la población del valle en torno a un "lugar central", nutrido a partir de viejos núcleos indígenas que ocupaban posiciones más marginales.
En algunos poblados salmantinos, como Yecla, Ciudad Rodrigo o la propia Salamanca sí se constata una indiscutible continuidad entre el mundo indígena y el altoimperial, lo que seguramente hay que relacionar con los recursos mineros y agrícolas del territorio, más acordes con los intereses romanos. Al sur de Gredos, el conjunto de fechas que proporcionan los denarios y ases republicanos del Raso de Candeleda permiten situar el abandono del poblado con cierta precisión en época de César. Por su relativa proximidad e importancia, su población debió trasladarse a Augustobriga (Talavera la Vieja) o Caesarobriga (Talavera de la Reina), núcleos que también podrían estar ocupados desde algo antes, aunque no hay nada seguro al respecto. Antes del siglo I a.C. la presencia romana al sur del río Tajo tampoco estaba férreamente consolidada. Pero a partir de entonces aparecen pequeños establecimientos en el llano que paulatinamente irán ocupando los suelos agrícolas más productivos. La fundación de Norba Caesarina, la actual Cáceres, en el año 34 a.C. guardaría relación con el abandono definitivo del castro de Villasviejas del Tamuja (Botija) y de otros núcleos indígenas cercanos
Varias de las mayores entidades de población históricas hoy conocidas en España tienen su origen en los castros y oppida de esta época. A finales del siglo I a.C. una parte de los antiguos poblados fortificados vettones había desaparecido y otros conservaban un papel hegemónico, operando junto a un modelo de ocupación descentralizado de pequeñas granjas y aldeas. En las dos centurias siguientes se advierte un considerable aumento de población y una clara preferencia por explotar tierras aptas para el cultivo a través de las villae, que romperán definitivamente con los modos de explotación tradicionales.

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